El derecho a migrar, como un derecho humano esencial: cómo su impacto es plasmado en la vida cotidiana de mujeres migrantes provenientes de Bolivia, Paraguay y Perú. Los desplazamientos de población están asociados con las transformaciones socioeconómicas. Las crecientes desigualdades de una economía global que se presenta cada vez mayor y en la cual se producen distintos procesos de integración regional. En las últimas décadas, los países latinoamericanos han experimentado un creciente proceso de feminización de los flujos migratorios.
Los Derechos Humanos son innatos a cada ser humano como reconocimiento a su
dignidad. Con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 se proclama
el derecho de las personas al bienestar y a condiciones de vida dignas, cuyo
significado descansa en la internacionalización de los derechos civiles y políticos de las
personas. La existencia de un marco democrático para su aplicación y la inclusión de
las garantías jurídicas y procesales en caso de no cumplimiento.
El contexto internacional por la crisis económica y financiera mundial también impacta
social y políticamente en la migración. Especialmente en los países desarrollados, esta
crisis tiene sus principales causas en los altos precios de las materias primas, la
sobrevalorización del producto, una crisis alimentaria mundial y energética, alta
inflación y la amenaza de una recesión en todo el mundo, así como una crisis crediticia
e hipotecaria. Se plantea la necesidad de una agenda de desarrollo en la cual las estrategias tiendan a no sólo atenuar su impacto, sino también a que puedan
revertir las tendencias discriminatorias sufridas por estos colectivos.
El género es la forma en que todas las sociedades del mundo determinan las funciones, actitudes, valores y relaciones que conciernen al hombre y a la mujer. Mientras el sexo
hace referencia a los aspectos biológicos que se derivan de las diferencias sexuales. En género es una definición de las mujeres y los hombres construido culturalmente y con
claras repercusiones políticas.
El hecho de ser migrantes, es decir de dejar el propio país de origen con proyectos a
mediano o largo plazo, motivados por razones económicas culturales o estrictamente
personales, las vuelve más vulnerables ante la variedad de circunstancias.
No es sólo necesario comprender la perspectiva de género para el abordaje de estas
temáticas, sino que deben incluir otros conceptos clave, como el empoderamiento, para adaptarse al nuevo contexto. Incluso en el momento de pensar la migración, la
mujer establece acciones para enfrentar esos momentos de su estancia en Argentina.
Con la radicación trabajo digno y remunerado, la igualdad en la educación para
equiparar derechos y oportunidades de hombres y mujeres en la sociedad, sumada a
la lucha por el derecho de sufragio, comenzaba a presentar precedente que los derechos de
la mujer están recogidos en el concepto Derechos Humanos.
Los motivos por los cuales se inicia el proceso migratorio femenino ya no sólo se basan en la complementariedad de la migración masculina, sino que hay más mujeres que lo
hacen por su cuenta con el fin de lograr mayor independencia, autonomía y calidad de
vida.
Las desigualdades históricas transitadas por los países de América Latina, que involucran deudas estructurales de pobreza, inequidad y marginalidad, demandan un marco
normativo en el cual los derechos migratorios y las cuestiones de género estén
contempladas a nivel internacional, en virtud de la responsabilidad de garantizar la
dignidad humana.
La crisis económica actual plantea varios desafíos para la humanidad a corto y largo
plazo. Especialmente si hacemos foco en las necesidades de las mujeres que mira respeto
su derecho vulnerable, incluso potenciado por estas tendencias económicas globales.
Es de suma importancia atender las situaciones de vulnerabilidad por las que
atraviesan estas mujeres. Optimizar el ejercicio de su derecho con el objeto de no
perpetuar las condiciones de precariedad en las que generalmente viven.
Se puede decir que las mujeres migrantes paraguayas, peruanas y bolivianas en
Argentina no son de los grupos más perjudicados en el contexto de la crisis
económica, debido a su alta capacidad de generar estrategias de supervivencia. Esto
no quiere decir que se traduzca en condiciones favorables de vida, sin duda una gran
parte de ellas se encuentran inmersas en situaciones de pobreza. Pero estas condiciones
no son más agravadas por la crisis. Sus empleos, aunque precario y mayormente en negro, y
la capacidad de tensión de recursos genera un impacto en el sostenimiento de grupo
familiar. La pregunta sería si es que el aumento de la migración femenina determina un
aumento de la autonomía de la mujer que podría ser por el empoderamiento.
La feminización de las migraciones no sólo se explica por un aumento de las mujeres
en el flujo de la población sino más bien la creciente participación de la misma; ya no
son sujetos pasivos sino actores sociales protagonistas de dicho movimientos. La
concepción de género construida en base a la desigualdad oculta relaciones de poder, intereses políticos y económicos basados en la necesidad de reproducción del sistema
capitalista. Nuestro país dio grandes pasos a reconocer en una ley o derecho la necesidad de los migrantes, el resto de los países de la región no cuenta
con políticas migratorias que incluyan la dimensión de género.
Las mujeres migrantes en nuestro país sufren discriminación por sus rasgos
coyas, cuando las coyas también son argentinas y tienen este rostro. También son
partícipes en la búsqueda de los derechos de la mujer y sociales como la legalización
del aborto, la lucha contra la violencia hacia las mujeres. Son las que arman la olla y
luchan por el derecho de la educación y salud. El flujo ha cambiado porque nuestro país
está abierto a esta revolución, algo determinante para abandonar su país de
origen en búsqueda de óptimas condiciones de vida. Esto favoreció al cambio cultural
que está en la búsqueda del destierro del machismo y la justicia misógina.
Fuente: Seminario “Migración, género y derechos”. Lic Julieta Rizzolo,
directora nacional de Población. Ministerio del Interior y Transporte. 2012.
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